En el barrio inglés, a la vera de las vías, los empleados de los talleres del Ferrocarril Central Córdoba mataban las horas libres pateando una vieja pelota ante la mirada entre asombrada y divertida de los ocasionales espectadores. Entusiasmados por aquel juego, algunos deciden formar un equipo para competir. Nace entonces, casi en silencio y con sencillez, un 12 de octubre de 1913, el Atlético Talleres Central Córdoba. Allí donde se asentaba, la empresa ferroviaria le brinda un gran apoyo económico a la incipiente institución, asociando a todos sus empleados y descontándole el monto de la cuota de sus haberes. De esta manera, Talleres consigue rápidamente dos cosas: en primer lugar el número de socios necesarios para ingresar -el 19 de abril de 1914- en la Federación Cordobesa de Football, por otra parte, el aporte económico prestado por la empresa permite que el nuevo club pueda solventar los gastos inherentes a una competencia de carácter oficial. También el Ferrocarril cede al club, luego de un tiempo, unos terrenos para ser utilizados como campo de juego (hasta entonces, el equipo había utilizado un predio perteneciente a la familia Salvatelli, ya que dos de sus integrantes los hermanos Luis y Horacio, eran socios fundadores y jugadores) para jugar los partidos. El mismo estaba ubicado en la intersección de las calles Patria y Cochabamba, en lo que hoy es el barrio Pueyrredón. El inicio de la actividad oficial del equipo que entonces defendía los colores morado y blanco está marcado -al principio- por la polémica. En la primera fecha del certamen de 1914, el fixture indicaba que Talleres debía visitar a Belgrano en Alberdi. El encuentro sólo duró 4 minutos, ya que los ferroviarios -en desacuerdo con un gol de los "celestes" que había convalidado el árbitro- se retiraron del encuentro para, algunos días más tarde, renunciar a la Liga.
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